Un estudio cuestiona el uso de animales en la experimentación médica y toxicológica
Ratones y seres humanos no son concordantes como se suponía.
Los resultados de la mayor parte de la investigación científica pueden ser inválidos.
No es necesario que más de cien millones de animales —conejos, ratones, ratas y perros— sean sacrificados anualmente en los estudios científicos para comprobar el efecto de sustancias y productos que van desde medicamentos hasta pinturas pasando por pesticidas. No es necesario porque los resultados obtenidos no son del todo fiables. Lo sostiene un consorcio de investigadores en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (estudio Seok).
Es una noticia demoledora, puesto que invalida prácticamente todo lo que se creía saber acerca de toxicología y que servía supuestamente para distinguir los productos químicos seguros de los que no lo son. Igualmente pone en cuestión que los tratamientos médicos probados en animales puedan ser transferidos a los seres humanos.
El estudio ha sido realizado por un grupo de 39 especialistas en enfermedades inflamatorias que incluyen la diabetes, el asma y la artritis, motivados por el hecho de que los fármacos desarrollados con ratones fracasan una y otra vez.
El método científico es como es y las rutinas son como son, así que el estudio comenzó a realizarse con animales... Esta vez era necesario. En una primera serie de experimentos, los investigadores observaron una inflamación aguda en ratones provocada por diversos estímulos: toxinas bacterianas, traumatismos y quemaduras (toda una serie de torturas, por cierto). Para medir las respuestas, los autores cuantificaron los cambios en la expresión de miles de genes.
Los investigadores encontraron que las respuestas genéticas de los ratones fueron distintas a las de los seres humanos. No era el resultado esperado. En otros experimentos, los investigadores comprobaron que los seres humanos respondieron con patrones similares a diferentes estímulos, mientras que los ratones mostraron respuestas distintas para cada uno.
Concluyeron que ratones y seres humanos poseen diferencias fisiológicas fundamentales.
A continuación, los investigadores continuaron comprobando otro tipo de respuestas biológicas de seres humanos y ratones con los mismos resultados: no se parecen, al menos en el caso de la inflamación. Lo malo es que la inflamación está relacionada por lo menos con las alergias, la enfermedad celíaca, el asma, la artritis reumatoide y las enfermedades autoinmunes. Incluso el cáncer y las enfermedades cardiovasculares apareces después de procesos inflamatorios.
¿El estudio Seok será tenido en cuenta o las rutinas científicas —e industriales— pesarán más?
Hay un enorme negocio que utiliza la experimentación con animales y que seguramente no permitirá que el establishment médico se abra a otras posibilidades. Por ejemplo, podría observar el método de las medicinas naturales, basado en la observación clínica del caso individual y que utiliza sustancias y técnicas probadas por la propia humanidad a lo largo de cientos y miles de años. Estos métodos podrían combinarse con los cultivos celulares y con todos los medios tecnológicos presentes y futuros. Sería un salto hacia la medicina del futuro.